Desde abril, la Flotilla de la Libertad se encuentra bloqueada en el puerto turco de Haydarpaşa. Está formada por tres barcos y tripulada por quinientos activistas solidarios con Palestina de todo el mundo. Lleva cinco mil toneladas de ayuda humanitaria destinadas al pueblo palestino de Gaza. El gobierno turco, cediendo a la presión de Israel y sus aliados en Europa y Estados Unidos, impide que los barcos zarpen.

No existe ninguna base legal para esta decisión. De hecho, las acciones de Turquía la ponen en violación directa de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (UNCLOS), que garantiza la libertad de navegación, así como del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP), que obliga a todos los signatarios a garantizar que las entidades de la sociedad civil no se vean indebidamente obstaculizadas, sobrecargadas o impedidas en sus misiones pacíficas y humanitarias. En el actual contexto de genocidio en Gaza y ante las reiteradas órdenes de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), se debe brindar todo el apoyo posible a quienes intentan llevar la ayuda humanitaria que necesita urgentemente el pueblo palestino.

Para colmo de males, las autoridades turcas ahora también se han negado a dejar entrar a otro barco. Conciencia del barco — parten en una gira solidaria por puertos europeos e incluso han amenazado con detener a la tripulación. Esta situación se prolonga desde hace más de cincuenta días, a pesar de que el barco ha superado con éxito los controles de seguridad necesarios y cumple con todas las normas pertinentes.

El 4 de septiembre, los activistas se vieron obligados a encadenarse al puerto como último recurso para impedir su evacuación y posible detención por parte de la policía turca. Desde entonces, han iniciado una “vigilancia de la libertad” para proteger a los barcos de la represión policial y pedir al Estado turco que permita a la flotilla llevar la ayuda humanitaria que necesita urgentemente el pueblo palestino en Gaza. Una coalición de abogados ha organizado protestas en Turquía y, recientemente, los activistas han interrumpido un discurso público del presidente Recep Tayyip Erdoğan para exigir que se permita a la flotilla zarpar.

Aunque el gobierno turco se presenta retóricamente en el escenario mundial como un aliado del pueblo palestino, su negativa a permitir que la Flotilla de la Libertad salga del puerto revela la diferencia entre su lenguaje oficial y sus acciones prácticas en Palestina.

La entrega de esta ayuda a Gaza es particularmente urgente en estos momentos, considerando la suspensión de la distribución de ayuda dentro de Gaza por parte de las Naciones Unidas, dejando a los palestinos completamente solos frente a los esfuerzos de Israel por matarlos de hambre e impedirles recibir suministros médicos. La situación en Gaza es terrible, más allá de las palabras. En julio, un estudio detallado en el Lanceta Se estima que el número total de muertos por los ataques militares directos, así como por la hambruna subsiguiente y la propagación desenfrenada de enfermedades, fue de alrededor de 186.000.

Desde entonces, los ataques de Israel contra los palestinos de Gaza no han disminuido y ahora parece probable que las víctimas del genocidio israelí hayan superado el tercio de millón. Sin embargo, las organizaciones humanitarias internacionales siguen dando la voz de alarma sobre su incapacidad para operar en la Franja, así como sobre la dramática escasez de suministros médicos, alimentos y agua. Los efectos acumulativos de un genocidio que dura casi un año, como la devastación de la infraestructura, la incapacidad de atender adecuadamente a los enfermos y los muertos y la creciente presión sobre los recursos, significan que sus consecuencias están aumentando exponencialmente.

Cada día que pasa sin que llegue la ayuda a la Franja, la situación empeora aún más. Por esta razón, la CIJ, entre otros muchos intentos internacionales de exigir cuentas a Israel, ha ordenado en dos ocasiones a Israel que permita la entrada de la ayuda a la Franja sin trabas. Al negarse a dejar que la Flotilla de la Libertad zarpe y rompa el asedio, el Estado turco no sólo se está convirtiendo en una extensión de la campaña genocida y asesina de Israel, sino que también está contraviniendo directamente su deber internacional de prevenir el genocidio y detener las acciones ilegales de Israel, incluido el asedio y el bloqueo de Gaza.

Lamentablemente, la duración del impasse actual deja pocas dudas sobre las intenciones de Erdoğan y su gobierno. De hecho, la situación llegó a su punto álgido en abril, cuando las autoridades turcas, a pesar de su reiterado apoyo retórico al pueblo palestino y sus denuncias del genocidio israelí en curso en Gaza, impusieron reiterados obstáculos administrativos a la flotilla, obligándola a permanecer en el puerto.

Al mismo tiempo, la presión israelí y estadounidense sobre Guinea-Bissau (el Estado bajo cuya jurisdicción debían navegar los barcos de la flotilla) llevó a que los barcos perdieran su pabellón, lo que en la práctica paralizó toda la operación. Las repetidas visitas de funcionarios alemanes y estadounidenses a Turquía en este período parecen haber estado motivadas en parte por el deseo de presionar al gobierno del país para que mantuviera su negativa. Este comportamiento criminal es de esperar de los Estados occidentales que financian directamente la campaña genocida de Israel, al tiempo que le dan cobertura diplomática en el escenario internacional. Sin embargo, es profundamente preocupante que los Estados que se presentan como amigos del pueblo palestino se acobarden ante los dictados de los primeros. Ahora no es el momento de palabras de apoyo, pensamientos y oraciones. Ahora es el momento de una acción decisiva y urgente.

En palabras de Beheşti İsmail, miembro del Comité Directivo de la Flotilla de la Libertad:

Al cumplirse un año del genocidio israelí en Gaza, no sólo nos dirigimos al gobierno turco, sino a todos los miembros de todos los estamentos políticos del mundo cuando decimos: todos los obstáculos políticos que se interponen en nuestro camino son muros que hay que superar y derribar. Quienes construyan esos muros no podrán rendir cuentas de sus acciones ante la conciencia del mundo.

La exigencia a las autoridades turcas no podría ser más sencilla. No se les pide que emprendan ninguna acción ni que se atribuyan la responsabilidad de la flotilla. Al contrario. Cientos de activistas de cuarenta países diferentes han pasado gran parte del último año organizando un extraordinario esfuerzo de solidaridad internacional y están dispuestos a zarpar, romper el asedio y entregar la ayuda que se necesita con urgencia a la población sitiada de Gaza. La situación exige que todos, todos los Estados, todas las instituciones que se toman en serio los horrores del genocidio adopten todas las medidas posibles para ponerle fin. No interponerse en el camino de quienes lo hagan debería ser el mínimo que podemos esperar de quienes afirman ser aliados de los palestinos.



Fuente: jacobin.com



Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *