Hace dos semanas el ciclón Daniel arrasó el norte de África. En Libia, destruyó dos represas sobre Derna, arrasó la ciudad libia y ahogó a miles de personas desconocidas.
Las represas fueron construidas por Muammar Ghadaffi, quien nació pastor de cabras, cerca de Derna. Ascendió en el ejército y diseñó un golpe exitoso en 1969 contra el rey Idris, designado colonialmente.
Gadafi era socialista. Nacionalizó el petróleo y expulsó las bases militares estadounidenses. Redistribuyó la propiedad, acabó con la falta de vivienda, estableció la igualdad de las mujeres y la paridad salarial, la educación universitaria gratuita y duplicó los salarios. Construyó hospitales, eliminando la malaria y la tuberculosis. Creó el sistema de agua más grande del mundo a partir del acuífero de Nubia. Apoyó a los grupos árabes y más tarde a la Unión Africana y socialistas en todo el mundo. Libia se convirtió en el país más próspero de África.
Debido a sus políticas, Estados Unidos y la OTAN fueron hostiles a Gadafi. Como muchos líderes mundiales que temen ser asesinados o derrocados, restringió las libertades civiles. Fue acusado de actos terroristas. En 2011, los rebeldes, apoyados por Estados Unidos y la OTAN, lo capturaron, lo sodomizaron y lo masacraron.
Gadafi mantuvo las represas de Derna durante su administración. No se habrían roto si él hubiera estado en el poder. Hoy, lamentablemente, Libia está en total colapso. Así, nuestro gobierno, eterno escolta del caos, vuelve a cargarnos con la responsabilidad, esta vez por los ahogamientos de Derna.
Es difícil olvidar la alegría de Hilary Clinton, quien gritó: “¡Vinimos, vimos y murió!”.
De hecho… y es aleccionador reconocer una vez más el tipo de personas que elegimos como nuestros líderes.
Source: https://www.counterpunch.org/2023/09/29/america-and-the-drowning-of-derna/