Munir Nuseibah
En esto radica el problema: la Corte Internacional de Justicia ha emitido sus conclusiones y ha aplicado el derecho a los hechos, pero, por supuesto, no tiene un ejército ni una policía para hacer cumplir sus decisiones. No obstante, esta opinión consultiva tiene un peso significativo, en particular en lo que respecta a las obligaciones que impone a los Estados. La principal forma en que los Estados pueden actuar en consecuencia es mediante la aplicación de políticas, incluida la imposición de sanciones.
La cuestión crucial ahora es si la Asamblea General, que solicitó la opinión del tribunal, tomará medidas para aplicar sanciones o si asistiremos a una continuación de la inercia observada en las últimas décadas. Si bien la Asamblea General ha apoyado durante mucho tiempo los derechos palestinos, incluido el derecho a la libre determinación, ese apoyo no siempre se ha traducido en acciones concretas. Es probable que el Consejo de Seguridad, influenciado por países como Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, continúe su negativa a imponer sanciones a Israel.
Por lo tanto, corresponde a la Asamblea General emprender acciones que van más allá del ámbito de competencia del Consejo de Seguridad, como promover sanciones y supervisar el comportamiento de los Estados para garantizar su cumplimiento, ya sea que impongan sanciones, proporcionen armas o participen en actividades comerciales que apoyen al régimen del apartheid.
Este enfoque no es algo inédito. Durante la era del apartheid en Sudáfrica, se creó un comité especial, conocido como el Comité del Apartheid, para informar sobre las políticas del apartheid y observar qué países estaban aplicando sanciones. Al principio, el apoyo para poner fin al apartheid provenía principalmente del Sur Global, pero con el tiempo, el Norte Global, incluidos Europa y los Estados Unidos, se vio obligado a dejar de apoyarlo. A fines de la década de 1980 y principios de la de 1990, este cambio de política contribuyó a la caída y el desmantelamiento del régimen.
Fuente: jacobin.com