Txema Guijarro
Una cosa que vengo repitiendo durante la campaña es que este ha sido un muy buen gobierno de resistencia frente a una serie de crisis históricas, o dicho de otro modo, un gobierno táctico fuerte. El presidente del Gobierno Sánchez es un estratega brillante y se mueve muy bien en distancias cortas. Por eso es un sobreviviente político.
Asumimos el cargo en enero de 2020, dos meses antes del golpe de la pandemia, y esto ha significado que gran parte de nuestras energías se hayan dedicado a la gestión de crisis y a tratar de proteger a las personas y su nivel de vida de estos impactos. Al mismo tiempo, muchas de las reformas más ambiciosas, que implican cambios legislativos más profundos, las hemos impulsado nosotros y no el PSOE. Estoy pensando en la reforma del derecho laboral español de Yolanda o en los nuevos derechos LGBTQ y feministas que se han asegurado.
En cambio, con el PSOE hemos tenido un socio que ha aceptado algunas de nuestras propuestas en cuanto a dar respuesta a la crisis del coste de la vida, y antes con la pandemia, pero, al mismo tiempo, ha sido un freno constante a la hora de implantar reformas a más largo plazo. Por ejemplo, en respuesta a las ganancias desbocadas del último año, lo empujamos a aceptar un impuesto de emergencia sobre el patrimonio, así como impuestos sobre las ganancias extraordinarias de los bancos y las empresas de energía. Pero todo esto ha sido tachado de provisional, mientras que nosotros también exigimos una reforma fiscal más permanente para que estas empresas paguen siempre lo que deben.
El PSOE ahora parece creer que puede pelear estas elecciones prometiendo que las cosas pueden seguir como hasta ahora. También hay un cierto triunfalismo en su discurso, ya que juega con las cifras económicas de los titulares de España. Pero mucha gente ha perdido poder adquisitivo en los últimos dieciocho meses, a pesar de las buenas cifras de inflación, y ahora quiere un cambio. Esto no tiene por qué significar, sin embargo, elegir un gobierno que busque devolvernos a cuarenta años atrás. Hemos demostrado que podemos gobernar y lo que decimos ahora es: “Haznos más fuertes y redoblaremos el ritmo del cambio”. Una correlación de fuerzas más favorable en el gabinete nos permitirá gestionar grandes ministerios económicos o un ministerio de Estado y, a partir de ahí, emprender reformas más ambiciosas.
Fuente: jacobin.com