laura vega
Debo mencionar el importantísimo trabajo que han hecho las organizaciones feministas de base, pero también mujeres que han dado un paso más allá y han ido teorizando, como Carme Bernat en el País Valencià, y hasta la actual diputada de la CUP en el Congreso español, Mireia Vehí, que se ha posicionado valientemente frente a proyectos de ley como la ley del “solo sí es sí”.
“Sólo un sí es un sí” fue una ley impulsada por la ministra de Igualdad Irene Montero (de Podemos). Da gran importancia al consentimiento en las relaciones sexuales, pero no tanto a otros aspectos de la lucha feminista. Es fundamental no caer en simplificaciones, en este punto. Creo que es importante reconocer el progreso en los derechos de las mujeres, que por supuesto incluye los derechos LGBTQ. Seguramente no fue fácil criticar una ley que se presentó como un triunfo feminista, y esto, en un contexto político donde la derecha niega la realidad del patriarcado y la violencia de género.
Pero para nosotras, este proyecto de ley realmente no iba en la dirección de un feminismo universal, del feminismo entendido como una propuesta política para las mayorías. Intentar superar una estructura como el patriarcado por medio del código penal ha resultado ineficaz. Por un lado, no logra entender el patriarcado como una estructura que afecta no solo a las mujeres sino a la sociedad en su conjunto. Es ineficaz para explicar la violencia psicológica que sufren y ejercen los hombres (especialmente heterosexuales) hacia sí mismos al construir la masculinidad como una negación de los valores asociados a la feminidad.
Por otro lado, sitúa el feminismo en términos punitivos que renuncian a soluciones construidas desde la autoeducación y la pedagogía. Y, en definitiva, no plantea a las mujeres como sujetos autónomos, que necesitan las condiciones materiales y sociales necesarias para decir “no es no”, sino que las proyecta como víctimas permanentes.
Creemos que el feminismo significa ir mucho más allá. Por ejemplo, una renta básica universal, es decir, una política de redistribución de la riqueza, es una política feminista. Creemos que la “vivienda como derecho” es una política feminista y que el socialismo, poner los medios de producción en manos de la sociedad en su conjunto, es obviamente una política feminista. Además, somos muy críticas con el hecho de que el feminismo esencialista, que otorga subjetividad solo a las mujeres cis, haya abierto la puerta a posiciones totalmente reaccionarias que se unen a la extrema derecha en posiciones contra las mujeres trans.
Entendiendo a las mujeres no simplemente como víctimas del patriarcado, tenemos que ver su propio papel en la reproducción de este sistema patriarcal. Conceptualizar a la mujer como un sujeto débil, siempre una víctima que siempre dice la verdad —y que por lo tanto no tiene agencia propia, no tiene capacidad de autoexigencia— no es bueno.
Fuente: jacobin.com